Litio en Bolivia

 

El calentamiento global y sus cada vez más visibles consecuencias llevan a la humanidad a tomar conciencia y buscar alternativas menos contaminantes para el planeta.  El litio puede sustituir en un futuro no muy lejano al níquel como material base para las baterías.

Actualmente, las baterías de de ión de litio son utilizadas para proveer de energía a computadoras portátiles, cámaras digitales y teléfonos celulares. Éstas, más livianas y rendidoras que las actuales, podrían sustituir a las baterías tradicionales si la crisis energética empuja a la industria automotriz hacia un cambio radical: el auto eléctrico.

 
Es con estas perspectivas de utilización que esta materia prima se tornó más interesante en el último tiempo. Esto llevó a que representantes de varias empresas mineras del mundo dirigieran su atención a Bolivia, y en particular a la inmensa reserva de litio que yace bajo la superficie del Salar de Uyuni.

 
Se cree que el país atesora 5,4 millones de toneladas de litio, la mitad de las existencias mundiales, según datos proporcionados por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés).

 
El gobierno de Evo Morales ha iniciado conversaciones con firmas como las japonesas Sumitomo y Mitsubishi y la surcoreana LG . Sin embargo, el que lleva la delantera es el grupo francés Bolloré.

 
Estas multinacionales se encuentran con diversas dificultades en sus negociaciones por obtener la concesión que les permitirá extraer y explotar las reservas de litio del Salar de Uyuni, ya que el gobierno boliviano expuso que sólo aceptará socios con la condición de que Bolivia reciba un 60 por ciento de los ingresos del prometedor negocio. Además la idea de Evo Morales, va más allá y pretende procesar el litio y añadirle valor nada más ser extraído, mediante la fabricación de las pilas, por ejemplo, e incluso mediante la construcción de series de automóviles eléctricos.

 
En este aspecto hay una realidad muy clara, las reservas del preciado metal se encuentran rodeadas por un manto de sal de al menos 10.000 kilómetros cuadrados, a 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde no llegan carreteras decentes, ni hay electricidad ni agua, por lo tanto, es muy difícil que el país sudamericano pueda explotar esta reserva sin la ayuda de la inversión privada que proporcione la infraestructura necesaria.

 
Sin embargo, el desarrollo de la producción de litio no tiene techo: la demanda sigue creciendo a un ritmo cercano al 7% anual. El potencial de las reservas halladas le permitiría a Bolivia definir el diseño de una futura planta industrial con la que espera producir a mediano plazo 30.000 toneladas anuales de carbonato de litio. Actualmente el primer productor mundial de carbonato de litio, Chile, procesa unas 40.000 toneladas anuales, copando más del 40 por ciento del suministro global.

El resultado de las negociaciones en curso puede definir un enorme cambio y una oportunidad única para Bolivia, así como para la empresa que obtenga la concesión para su explotación.

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